El
grafiti y la razón sensible
Por: Andrés. F. Corredor/
Diego. S. Moreno/ Universidad Central de Colombia
La palabra Grafiti
proviene de la palabra griega ‘Graphein’,
que significa escribir; luego de ello, se acopló con la palabra ‘Graffito’ y así se le dio una forma
plural al mismo. Consiste en plasmar en pared distintas expresiones, bien sean
en texto, por medio de imágenes o situaciones sociales que identifiquen a una o
varias partes de la sociedad.
El boom del grafiti se
dio en la década del 60, cuando los movimientos sociales eran cada vez más
comunes en países como Estados Unidos y la Alemania ocupada. La mayoría de
estos querían expresar protesta contra varios temas que afectaban a la
población; que deseaba ansiosamente la atención del gobierno y los medios de
comunicación; una población que deseaba romper el silencio.
Uno de los primeros
artistas conocidos fue un joven griego llamado Demetrius, que se apodaba a él
mismo como Taki 183; Demetrius en esa época era un mensajero de la ciudad de
Nueva York; se caracterizó por pintar y firmar en cada una de las zonas donde
entregaba paquetes y documentos.
Luego de esto, varios
jóvenes empezaron a admirar e imitar esta costumbre y después se le empezó a
relacionar con la cultura Hip Hop. Estos jóvenes buscaban volverse famosos con
una práctica que se convirtió en un problema serio para la administración de la
ciudad, que gastó por lo menos 300 mil Dólares sólo en la limpieza del metro.
Una de las
características que adquirió el Grafiti fue básicamente que entre más peligroso
y de difícil acceso era el sitio, más status adquiría el que pintaba allí.
A la práctica de firmar
los sitios donde se plasmaban dichos grafitis se le conocía como ‘Tag’ o
‘Taggin’, que se caracterizaba porque la firma del dibujante era un garabato;
que después se convertiría en un estilo de letra grande y estilizada. Este
cambio se debe al afán de los artistas por conseguir más nombre y popularidad.
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Fotografìa: Diego Moreno |
“Así, a la moral del
<<deber ser>> podría suceder una ética de las situaciones. Ésta, o
más valdría decir, éstas se fijan en la pasión, en la emoción, en una palabra,
en los afectos de los que los fenómenos humanos están formados.” Maffesoli
(1997).
Esta frase se puede
relacionar a la práctica del grafiti, básicamente porque éste surge como un
movimiento de protesta frente a muchas situaciones que ocurrían y ocurren tanto
en su época de creación como en la actualidad; además, el tema de las pasiones
se relaciona directamente a la obra de Maffesoli, teniendo en cuenta el valor
simbólico de estas creaciones artísticas y el valor que se le daba según el
riesgo de plasmar dichas pinturas en lugares poco convencionales y riesgosos
para el artista.
Llegando al ámbito internacional,
el grafiti es muy popular en la ciudades de Latinoamérica, en las cuales, estas
expresiones son otro método de protesta; en sí, el grafiti llegó a estos países
en la década de los 80 y se empleó para plasmar situaciones del tipo social y deportivo,
ya que en países como Uruguay y Argentina se enfocó mucho hacia el tema del
fútbol.
En la ciudad de Bogotá,
el grafiti es una de las expresiones urbanas más grandes, pero
desafortunadamente incomprendidas, esto debido a que lo consideran una forma de
vandalismo y que básicamente entorpece la estética de la ciudad. Como este hay
otros ejemplos en el mundo, como en Murcia (España) donde hacen una ardua
persecución contra los grafiteros de la ciudad.
El grafiti en Bogotá es
aclamado en la actualidad por la fidelidad con la que plasma varios puntos de
la sociedad colombiana; debido a esto, se creó el ‘Bogotá Grafiti Tour’, creado
por el australiano radicado en Bogotá Christian Petersen, que creó el tour para
habitantes de la ciudad y para visitantes de otras ciudades, no sólo de
Colombia, si no del mundo. Una curiosidad del mismo es que se realiza en idioma
Inglés.
El tour se realiza los
días martes, jueves y sábados, de 1PM a 4PM y comienza por el Parque de los
Periodistas, luego continúa por distintas zonas del centro de la ciudad, como
el Chorro de Quevedo y La Candelaria. Además de las localidades del centro,
Suba y Engativá también tienen diferentes espacios donde se plasma el grafiti
bogotano.
En el marco legal, el
grafiti en Bogotá se legalizó en el año 2011, ya que antes no existía una
normatividad clara sobre el mismo; todo ocurrió debido a un hecho que marcó el
arte en sí en la ciudad de Bogotá; la muerte sin aclarar de Diego Felipe
Becerra que se cree, fue a manos de la Policía Nacional.
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Fotografìa: Diego Moreno |
“En cada uno de estos
casos, el arte de pensar es verdaderamente un arte e integra una dimensión estética
que más tarde fue aislada en la esfera de las ‘bellas artes’, es decir, se le
situó en un lugar para usarlo como distracción y como característico de lo no
serio de la existencia por oposición al sentido de lo útil, del poder.”
Maffesoli (1997).
Este fragmento de su obra
es fundamental para entender el por qué esta demostración artística fue
considerada ilegal por varias décadas, como si se tratara de una división del
concepto de arte, tal como se hace con las demostraciones de la denominada
‘alta cultura’ y la artesanía que representaría lo vulgar, donde la segunda
pierde rigurosidad ante la primera, sólo por venir de una instancia que la
sociedad no considera correcta.
Iván, más conocido en el
mundo del grafiti como ‘REC’, es un artista bogotano, que ha dedicado 20 años
de su vida en plasmar distintas expresiones por medio del grafiti, no sólo en
la ciudad de Bogotá, ya que también ha pintado en Cali y Santa Marta. REC
inició su trabajo en el mundo del grafiti por la influencia de varios amigos y gracias
a la llegada de las culturas del Break Dance y el Hip Hop en Bogotá.
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Fotografìa: Diego Moreno |
Actualmente, REC se
dedica a plasmar su arte en las localidades de Suba y Engativá, donde ha
trabajado en conjunto con IDARTES para promover e incentivar la práctica del
grafiti en dichas localidades.
Él y otro gran número de
grafiteros bogotanos han impulsado dicha cultura en la ciudad, llegando a crear
el Comité del Grafiti en la ciudad, para empezar a crear una
reglamentación con respecto a los
lugares permitidos por la administración de Bogotá para poder realizar esta
práctica.
La creación de dicho
comité se dio por una polémica con la nueva administración de la ciudad, donde,
días después de la posesión de Enrique Peñalosa como alcalde de la ciudad, se
empezó a pintar de azul la Cll 26 en la ciudad. Cosa que enfureció a los
grafiteros de la ciudad, que afirmaron, estaban tapando los murales que habían
creado.
Días después, dicha
polémica se aclaró por la intervención de Daniel Mejía, subsecretario de
seguridad y convivencia de Bogotá, quien dijo que las zonas pintadas se
limpiaron para la creación de otros murales.
Además de esto, la
administración de la ciudad afirmó que apoyará totalmente la práctica de estas
expresiones artísticas en Bogotá, mientras se hagan en los lugares
establecidos, por lo cual, se inició con la creación de dicho comité. Para ser
parte del mismo, los requisitos básicos son: ser mayor de edad y haber asistido
a por lo menos 3 reuniones de las entidades distritales con referencia a la
práctica del grafiti.
Esto es uno de los
factores que trata Maffesoli, cómo un movimiento, pensamiento, colectividad,
etc, se convierte en institución; el hecho de crear comités que regulen una
manifestación que, se supone, empezó como un método de protesta es una
contradicción a su primera premisa. Aunque también podemos tener en cuenta la
gran influencia que tuvieron las instituciones del gobierno para hacer del
grafiti (por lo menos en Bogotá) una institución más en el sistema.
Además de la conformación
de la institución, podemos tener en cuenta otro punto tratado avanzando un poco
más en la obra de Maffesoli, que tiene que ver con el sentido de pertenencia y
el gusto por pertenecer a determinado nicho; éste afirma:
“Esas figuras son como
caricaturas mágicas en las que cada uno, en función de sus gustos, de sus
intereses, de sus deseos, puede reconocerse o expresar su sentimiento de
pertenencia.” Maffesoli (1997).
Antes de dicha premisa,
Maffesoli aborda el tema de la construcción del ser por medio de figuras base;
como los ídolos y las figuras que para nosotros transmiten admiración y
respeto; como las estrellas musicales o deportivas; sin excluir a los gurús
religiosos e intelectuales, que, por así decirlo, nos ‘inspiran’ a ser parte de
algo.
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Fotografìa: Diego Moreno |
Dicho análisis se puede
abordar en el tema del grafiti como el posible nacimiento de uno o más ídolos,
sin tener en cuenta que también puedan nacer mártires (como en todo
movimiento). Nacimientos que serían fundamentales para que se concrete la
institucionalización del grafiti dentro de la sociedad.
Si tenemos en cuenta
esto, que se haga del grafiti otra institución, marcaría dos puntos clave, uno
positivo y el otro negativo, el primero concretaría la construcción de la
identidad del individuo dentro de este grupo, pero, allí es donde llegamos al
segundo punto, el movimiento como tal perdería dicha identidad y se volvería algo
de carácter colectivo.
En conclusión, la cultura
del grafiti se encuentra arraigada dentro de la sociedad como un método de
protesta contra los reguladores de la misma, como un movimiento pacífico de
rebeldía que durante décadas ha representado una crítica directa a las
instituciones del estado y su propósito de alienar al ser humano.
El grafiti es una
representación moderna, pero sobre todo, urbana; es una rebelión del ser humano
contra los ‘dueños’ de la moral; por medio de algo tan hermoso como el arte,
concepto tan subjetivo como la humanidad misma, que cambia a través de los
años, el primero para evolucionar, pero, desafortunadamente, el segundo para
hacer todo lo contrario, ya que la humanidad cada día que pasa, se aliena más y
más.
Bibliografía:
- http://www.elespectador.com/noticias/bogota/distrito-convoca-artistas-de-bogota-instalar-el-comite-articulo-620800