domingo, 20 de marzo de 2016

Crónica 20 de Julio

Un extranjero en El 20


Tarde… Esa es la palabra que define mi domingo. 7: 30 AM y apenas salía hacia el otro extremo de la ciudad; el 20 de Julio era mi destino, e irónicamente a su templo tenía que llegar, y me preguntaba: “¿Para qué se va un habitante de Suba hasta el otro lado?”; además, a una iglesia. De todos los sitios existentes en la ciudad ¿Por qué una condenada iglesia? Mi pensamiento agnóstico y mi insoportable humor negro no me permitirían tomar en serio el ejercicio.

El viaje era largo, sólo comparado con el viaje emprendido por Frodo Bolsón y Samsagaz Gamyi desde la comarca de los Hobbits hasta las tierras Orcas de Mordor.

4 rutas de TransMilenio me separaban del lugar de encuentro; ni el mismo Dante Alighieri sufrió  tanto recorriendo el infierno para reencontrarse con su amada Beatríz Portinari. Entre más me adentraba en el viaje, más nervios experimenté; estaba lejos de casa y que así como la pantera, el león y el lobo atacaron a Dante, a mi podrían hacerlo cualquier indigente, barrista o dealer de la zona; era un extranjero y los extranjeros en Bogotá no la pasan de maravilla.

Después de casi 120 minutos entre TransMilenios y troncales llegué a la estación del Country Sur; estaba perdido, tan perdido como Robinson Crusoe cuando naufragó en esa isla llena de caníbales. Me encaminé al templo que quedaba arriba de un extenso comercio, masomenos unas 5 cuadras cubiertas por bolsa plástica y sombrillas.

La meta: el templo, el objetivo: llegar en una pieza. Comencé el ascenso y la variedad de personas, sonidos y olores me confundían. Chocolate, gallina y lechona eran olores que paseaban por esas estrechas aceras, atestadas de comerciantes y compradores de la zona. No estamos en navidad y aún así parecen las ferias navideñas. Eran eternas dichas cuadras, como los objetos que allí se vendían; desde tennis Abibas hasta estatuas de los profetas que tanto adora el colombiano promedio.

Llego a la cima del comercio, y, a lo lejos, una iglesia, típica de pueblo colombiano, con una plaza al frente y un sin fin de devotos a sus alrededores. Después de dos horas, pasando por Suba, Chapinero y otras localidades vi las primeras caras conocidas, mis amigos me llamaban y por fin sentí algo de seguridad, mientras se burlaban de mi odisea para llegar hasta allá.

Inmediatamente después del encuentro recolectamos dinero para que a alguno de los presentes nos leyeran un mazo de cartas, diez mil pesos y un juego de piedra, papel y tijera decidían al ganador. El destino es cruel y terrorista, entre los cuatro postulados no sé si tuve la suerte o el infortunio de ser el elegido; como dije anteriormente, apenas podía tomar en serio esto; internamente encerré al bufón del reino y me llené de seriedad; no quería terminar mis días vomitando sapos o lombrices.

Un mazo, una muerte, mucho dinero y una extraña mujer eran las profecías que me compartía el gitano, tan viejo como las pócimas y rezos que decía hacer en su consultorio, donde, según él, ayudaba a encontrar guacas, eliminar hechizos de venganza o de amor y un sin fin de trabajos, que ante la iglesia (que estaba a apenas media cuadra de nosotros) eran prohibidos, paganos y ofensivos ante los ojos de Dios y su hijo, el único habitante del medio oriente con tez nórdica. Este tipo era caucásico, de ojos azules y cabello rubio; sin saberlo, fue el primer humano de nacionalidad sueca en pisar la faz de la tierra. Quizá por eso lo trataron como el salvador de la humanidad, en una tierra donde la mayoría de los habitantes son de tez morena y pelo negro.

Por último me comentó acerca de los temas del corazón; otro año sin tener pareja me esperaba, mientras mis amigos, grabándome se burlaban; ellos al igual que yo sabían que en los temas del corazón soy pésimo. ‘Otro año será’, pensaba mientras me reía de mí mismo.

Entramos a la iglesia e inmediatamente comenzó mi odio hacia la religión católica; llevábamos apenas unos metros de recorrido y ya se nos habían acercado las primeras ancianas con sus sacos de ofrenda, pidiendo dinero para ser salvados de la crueldad de este plano terrenal y del castigo eterno, del averno en llamas que nos espera.

En ese instante, una mujer de entre 30 y 35 años entregaba un billete de diez mil pesos a una de las ancianas, en ese justo momento mi cabeza entró en una pregunta que me siguió el resto de la mañana: “¿Acaso ésta gente es imbécil? ¿O sólo intentan encontrar una mera excusa para darle sentido a su efímera y desafortunada existencia?”

Ese billete mil pesos representaba más que un papel, representaba una nación desangrada, gobernada por una parvada de imbéciles más grandes que los devotos que daban tanto dinero a una causa sin sentido. Ese billete representaba al menos tres horas de trabajo diario, de un salario mínimo que no alcanza para sobrevivir y, que mágicamente los colombianos hacen rendir. Era inimaginable que ésta mujer los derrochara de tal manera.

Salimos del laberinto de filas humanas, edificios para culto y objetos del mundo moderno, parlantes y cámaras que ayudaban a inyectar seguridad y confianza a los devotos que allí rezaban. Apenas a media cuadra un hombre nos pidió limosna; cuando lo vi a los ojos me di cuenta del por qué la petición. El hombre de unos 60 años carecía de ambos ojos y lo más cruel, terrorífico o simplemente trágico era que sus cuencas no estaban tapadas.

Ver esas cuencas, esos agujeros negros en su rostro, me llevaron a ver el abismo de la desesperación, del miedo a lo desconocido y del temor por excelencia, el temor a la muerte; dos agujeros oscuros, tan negros como la túnica de la parka misma; ser indolente ante la miserable existencia humana; nos da una vida de ventaja y aún así nos alcanza, para llevarnos al siguiente plano terrenal y recordarnos que la vida del ser humano es un escaso momento, un efímero parpadeo comparado con la vida del universo mismo. Después de aquella escena encontramos al profesor, que nos dio la libertad de volver a nuestros hogares.

Llenamos lista y en mi mente rondaba en un: ‘Al menos está el registro de que vine’, partíamos a casa, de nuevo a lo que estábamos acostumbrados a ver. Ésta vez sólo fueron dos los TransMilenios y apenas 45 minutos de trayecto. Luego, a lo lejos y después de unos minutos llego al Portal de Suba, que me indicaba estar nuevamente en mis tierras, ‘aquí nadie puede dañarme’, me argumentaba a mí mismo mientras la tranquilidad me invadía, la tranquilidad de saber que estoy en un sitio conocido, donde puedo caminar sin tener el ‘extranjero’ tatuado en mi frente.



Comparación pagina web/ experiencia

La experiencia en el templo del Divino niño Jesús, ubicado en el 20 de Julio, sur de la ciudad de Bogotá nos presentó varios puntos de vista acerca de la fe y la organización social y espiritual que dicho templo emana.

Gracias a este templo y  su precursor Juan del Rizzo, sacerdote italiano, inculcado en los valores de la comunidad Salesiana, arraigada desde la original ‘Pía sociedad de San Francisco de Sales’, fundada por San Juan Bosco a mediados del siglo XIX.

El aporte de Juan del Rizzo a la sociedad colombiana fue el inculco por la devoción al Niño Jesús, desde su llegada a la ciudad de Barranquilla en el año 1912. Al Niño Jesús se le encomiendan múltiples tareas, desde cuidar a los niños, hasta acompañar a la Policía Nacional.

La familia Salesiana en el mundo se destaca por su trabajo social con comunidades vulnerables; en el templo del Niño Jesús y en su página web podemos destacar esto, en la página oficial está destacado en su pestaña de inicio, donde destacan donaciones, obras y servicios sociales.

Al final de la página de inicio del sitio web, podemos destacar la información del lugar: dirección, teléfono, correo electrónico y redes sociales. La última sección demuestra la importancia que tienen las redes sociales en todos los nichos tanto laborales, sociales y personales en nuestra época; la globalización llegó hasta el punto de tocar lo sagrado.

Un punto curioso de la experiencia fue la organización de la iglesia; donde se hacían 2 misas al mismo tiempo, esto sin tener en cuenta las dependencias de confesionario y paga de culpas que tiene el templo; se podía hablar de al menos 1.500 personas demostrando su fe, orando y dejando su dinero para encontrar la paz espiritual.

Por otro lado, como en muchas grandes iglesias, se podía contemplar la desafortunada miseria de sus alrededores; en cada esquina de la manzana que abarcaba el templo se veían varios enfermos y desplazados pidiendo una limosna, e igual que en otros lugares de fe, no sólo de la capital, estos eran ignorados por los visitantes del lugar.

El hecho de estar ubicada en un sitio tan amplio y tener una plaza tan grande también hacía entrar directamente a la economía (que de por sí ya estaba adentro con el pago de diezmos). Los vendedores ambulantes también se hacen presentes en éstas misas mañaneras del 20 de Julio. Desde comida hasta ropa y medicinas naturistas se podían encontrar en este sector atestado de visitantes, comerciantes y uno que otro policía.

En el sitio web hay otra sección dedicada a las donaciones, en este caso llamada ‘amigos del Niño Jesús’, la incitación a donar tiene como imagen principal a un grupo de niños que no superan los 11 años, debajo se encuentran los beneficios dados por los donantes a la comunidad del Niño Jesús, dos acerca de programas educativos, uno sobre la ayuda al templo como tal y uno sobre ayuda en las necesidades básicas.

El hecho de usar niños para incentivar a la donación también tiene un trasfondo y es el hecho de la lástima, esto entendido a que la mayoría de personas favorecidas por dichas donaciones son infantes.

En sí el sitio web muestra lo que es la comunidad Salesiana del Niño Jesús en el 20 de Julio; habla de muchas donaciones y programas sociales y esto se pudo ver reflejado en la visita, donde pedían dinero para los 4 temas anteriormente tratados. Desafortunadamente en dichas donaciones no cabían los desdichados ubicados fuera del templo, que eran ignorados por la organización de la iglesia del 20 de Julio.

Fuentes:
- http://www.ninojesus20dejulio.org/
- http://www.semana.com/especiales/articulo/el-divino-nino/79557-3
- https://es.wikipedia.org/wiki/Familia_Salesiana